miércoles, diciembre 08, 2004

Las fiestas

Hoy ha ido a una fiesta infantil. Con los niños, si no son demasiado pequeños, se divierte. Ha jugado al voleibol con ellos con los millones de globos que había. También había muchos adultos, todos desconocidos. Se muere en una situación así. No sabe muy bien por qué. Prefiere conocerlos uno por uno. Si aparecen todos a la vez, se siente en un rincón y se calla. Y espere que nadie lo vea. Está convencido que un lugar muy bueno para desaparecer (para los no fumadores) es al lado de la mesa con el pan con tomate. Piensa que si estás comiendo todo el tiempo, parece que tienes algo qué hacer. Menos mal también había Montse que no lo dejó solo, al menos no durante mucho tiempo. Y ella es una persona muy social y lo ayuda a conectar con el resto de la humanidad.

El jueves pasado fue al concierto de Lhasa. Estaba solo y no había pan con tomate. Llegó una hora antes para poder coger un asiento arriba, pero esa parte de la sala estaba cerrada, así que se sentó sobre el escenario para poder estar delante. Además el concierto empezó una hora tarde por un apagón en toda la Ciutat Vella, cosa que ocurre a menudo en su maravillosa ciudad. Cuando se levantó, una chica le dijo que él es muy alto y si no la podía dejar delante para que viera mejor. Dijo que sí, que ningún problema, y ella cambió al pidgin English porque pensaba que él no entendía nada. Le preguntó de dónde era y le propuso que ella hablara en castellano con acento argentino y él en castellano con acento flamenco-belga, que así se entenderían mucho mejor. Al final ella no estaba sola y él tuvo que dejar delante un grupo de unos veinte argentinos. Pero al menos lo adoptaron en su grupo y le pasaron las latas de cerveza (ni idea cómo habían entrado con esto) y incluso el porro. Por cierto, la música le encantó. Y el público tan entusiasmado que incluso los músicos se extrañaron.